CREACIÓN

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Nahum Villamil Garcés
Armando Monterrosa
Cindy Herrera
Laura Jazmín
Nelson Rafael
Monica Caro
David Lara Ramos
Javier Córdoba Cuevas
Resumen

Inmortales criaturas inexistentes

Divad Somar Aral, superviviente del primer
asedio a San Juan de Acre, dio noticia de un ágrafo
pueblo del Neget cuya fe tradujo como “fijar al viento”.
Refiere Somar que estos hombres abominaron la
escritura porque creyeron en la entidad del sonido, el
eco inagotable de la música y la eternidad del suspiro.
El copista, alarmado por su doctrina, nunca pudo
comprender que la migración de los septépodos horada
la brisa e impone la inmortalidad a la voz de muchos
pueblos del globo. El misterio cobija también la obra del
médico Louis Von El Thari, cuya conjetura primordial
es la dieta de los astepos y su feliz voracidad. Estos
dos episodios, sumados al monetario estornudo de los
kuychés, esclarecen el origen de la inesperada ventura
del que camina a casa, la tristeza de los pueblos y el
encanto musical de la ventisca.

 

 

Los Astepos

Según el médico alemán, un experimento
fallido, a cargo de los científicos de Hittler, terminó
creando a estas extrañas criaturas, cuyo efecto fue
haber dejado a esta población entera sumida en la
tristeza, por lo que, según registros, fue borrada de
los mapas para que nadie más sufriera su tragedia.

 

Trypanosoma brucei

En la cima de un árbol que ya casi se extingue,
junto a la casa de esta montaña y solo
en esta montaña, cohabita con el hombre
un endoparásito coleccionador de acciones. Es de
tamaño celular, verde agua si de colocarle un color
se trata y tiene una capacidad instintiva para
comer y habitar los pensamientos humanos. El
organismo se alimenta de las cosas que los hombres
no pueden recordar cuando despiertan. Para
cazar recorre día tras día las solitarias lagunas de
Hipnos. Se come por lo general el comienzo y
el final del recuerdo y sueño, pero siempre deja
un trozo de ellos para que agonice en la realidad.
Después de saciarse se pasea por encima de las
aguas exhibiendo la fe con unas débiles y delgadas
fibras, hilos conductores que succionan la
pintura de los rostros y los lugares.

 

 

Los Kuyché

se basa en el tacto, en toques unos más sutiles
que otros, dependiendo del mensaje que quieren
transmitir.
Cuando los Kuyché nacen son de un color
rosa, pero su adultez es adquirida en dos semanas,
cuando su piel pasa a ser del tono y textura del
tallo del Cedrela Odorata: marrón y corrugada.
Tienen patas con tres pequeños dedos en forma
de hojas, con porosidades por las que se alimenta
con los diminutos bichos que caen bajo ellos.
Poseen cuatro alas rojas que solo le permiten
elevarse unos cuantos centímetros.

 

El Cuerus

Los extintos indios caribes contaban que el
Cuerus era un castigo de los dioses a la desmesura.
Esa versión la tomaron los cronistas de Indias
Alberto Mejía Sotomayor y Luciano Campuzano,
quienes en el siglo XVII avistaron un espécimen
y lo describieron como “una ola andante que caza
a las gentes gordas”. Aquella ocasión, un monje
fue tragado y su cuerpo fue visto en el aire por el
padre Henry Mattews quien caminaba a la iglesia
a preparar la oración de laudes.

 

La reina Ahava

cuerpo cubierto, de pequeñas, coloridas y suaves
plumas, que oculta bajo su manto, dejando al
descubierto, solo sus grandes ojos verdes.
Que pueden ver, el mal y el bien, que han
hecho las almas que llegan desorientadas al reino,
quienes han muerto en el mar, parecen perderse
entre sus recuerdos de la vida y la muerte, pierden
su camino de paso a otra vida. Ahava, les otorga
el regalo de encontrar su destino, con un mapa
invisible que a trazos de luz los guía.

 

Los septépedos

Antes de que hubiera tronco o semillas ya
habitaban los sonidos en los vientos. El silbido
leve sobre las holladuras del guamacho, el roce
de las hojas de bambú en su propia enramada
vino después. La bulla natural, el espíritu de la
primera música, las melodías del silencio. Si
hubo alguna criatura que habita ese silencio, hay
que decirlo, nada fue concluyente. Eso habría
cambiado la historia. La duda sobre presencia
alguna se mantuvo por siglos. Nuevas plantas
crecieron. Brotó la ceiba roja, la ceiba blanca, la
ceiba moraba, el campano y el camajón.

 

El jolderlin

Las moscas celebran con su inhabitual
danza nocturna en el lugar donde el jolderlin
ha rondado horas atrás. Cadáveres de lagartijas
quedan regados por toda la estancia luego de
una noche poco agitada de esta criatura, que
usualmente caza para anular las horas en que no
logra conciliar el sueño. Y lo que atrapa, ya sea
roedores, o arañas, o algún anfibio, no muere con
el vientre desgarrado, ni con la cabeza decapitada,
como sus garras y colmillos podrían avisarle a un
observador atento.

 

 

 

 

 

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