Resumen
Vivir sin la posibilidad de
soñar es como renunciar a la
vida o sumergirse quizás en
una pesadilla ininterrumpida que sucede a
diario, como si estuviésemos “viviendo un
sueño dentro de otro sueño” (Borges, 1974,
p. 598), uno para el que ninguno está
preparado. Soñar entonces es la manera de
reivindicarnos a nosotros mismos en la
sociedad de consumo, puesto que los ritmos y
velocidades impuestos por dicho contexto
socio-cultural son los que nos están llevando
a una postura intrascendente frente a la
existencia, sin espacio para la reflexión en
torno a esas “señales inconscientes” que
subyacen en los sueños.