A todos los estudiantes se les debería encarcelar. Lo exijo y punto
Resumen
Cada semestre, al final, la universidad
comienza a morir lentamente; los muchachos
empiezan a desaparecer entre
corredores y bloques; las muchachas que iniciando
el semestre trajeron sus mejores estucos
ahora ni se pintan; en las mañanas, su
rostro se cubre con un rosadito momia ¡que
ni paqué les digo!, un color que labraron los
días de entrega de trabajos y parciales finales;
en las mañanas mi corredor amanece como si
mil huracanes hubieran barrido en la noche;
entre los corredores de los celadores de la rectoría,
una niebla se desgaja montañas abajo y
va licuando los sonidos y el paisaje atiborrado
de toda clase de recuerdos; en el fondo de mi
cuadra, Remedios la bella compone sinfonías
con los platos del gimnasio y en mis rincones
suena como el menaje en remojo de un restaurante
descomunal; los desplazados, que salen
a vacaciones mientras los moachos estudian,
regresan: