La sonrisa de Sísifo
Resumen
Hasta ahora nunca me he preguntado
cuántas veces menciono la palabra muerte al
día. Tampoco guardo el listado de las ocasiones
en que hablo sobre el absurdo de vivir. He
olvidado los gestos de quienes me escuchan y se
aterrorizan cuando hablo de estos temas porque
huyen de la palabra muerte como si bastase
correr para que nunca los alcance y pronuncian
palabras de desprecio cuando digo que la vida es
absurda. Ellos, quienes hacen parte de la mayoría
de las personas con las que comparto a diario un
puesto de bus, un lugar de trabajo o un lugar en
un restaurante, no quieren escuchar nada sobre
la muerte. Tampoco sobre lo absurdo que es la
vida. Solo quieren mantenerse enfocados, con la
esperanza del éxito sustentada en frases triviales
de superación personal. Ellos, solo quieren
pensar en las cosas felices de la vida, obviando
los intersticios dantescos que se encuentran
por debajo del iceberg de la felicidad moderna
que habitamos. Ellos, incluso en ocasiones yo
mismo, preferimos vegetar por las autopistas
de la tranquilidad, del no pensar, del dejar que
ese pensamiento se quede afuera de nuestros
apartamentos mientras la televisión nos adormece
las neuronas.