Resumen
Lo que se espera sea una de las mejores épocas del ciclo vital de una persona, su juventud, hoy se cuestiona
desde la mirada arrolladora de cifras y tendencias en tasas de criminalidad o suicidios, esto puede llevar
a la ausencia de futuro, negando un presente y desconociendo el pasado como aleccionador de las nuevas
ciudadanías en formación. La anterior reflexión busca respuestas, pero, sobre todo, hacer preguntas y que
ellos, los jóvenes de hoy, también las puedan hacer y volver a rehacerlas una y otra vez hasta que aprendamos
a conocer mejor el camino de la verdad en una sociedad cada vez menos humana y cada vez más “alienada” por
su propia rutina. Es un compromiso a largo plazo si anhelamos una sociedad donde los valores de la dignidad
humana no naufraguen en pantanos de la indiferencia, conformismos y corruptelas de toda índole en contra
de la capacidad de una vida civilista y progresista a la medida de los avances científicos y tecnológicos de
nuestros tiempos, presente y futuro. La conducta social de nuestros jóvenes se ve permeada por los ejemplos
transmitidos en todos los circuitos sociales que alimentan y nutren los sentires e imaginarios de lo que
socialmente es aceptado y validado por todos como referente de un ciudadano modelo que debemos respetar
y seguir, siendo el hogar un primer encuentro con la ciudadanía en formación, pasando luego a la Escuela
como continuidad de este entramado socio-cultural, para terminar luego en los espacios formales e informales
de acción ciudadana concreta, es así, como los jóvenes ibaguereños conviven con ejemplos tan relevantes de
imperfecciones sociales como la corrupción política y administrativa en su ciudad y las altas tasas de suicidios
juveniles de los últimos años, verificables en las estadísticas de la región.